Cuidados intensivos para Potter (con Albus)

Después de todo, se había dejado ayudar y prefería para no armar tanto "lío", que duera yo quien lo acompañar a la enfermería. En cierto modo me sentía culpable por lo que le había sucedido. Despues de todo, yo le había pedido que me ayudara con las prácticas para el Quidditch y miren como habíamos acabado... Caminando hacia la enfermería, no sin antes él realizarse un hechizo para que no se notara que nuevamente estaba ahí por un mismo tema, por así decirlo. Aun así sentía que toda la culpa recaía en mis hombros y eso me estaba carcomiendo.

Albus había sido muy bueno conmigo desde que llegué a Hogwarts y se convirtió en un gran amigo, en el cual se podía confiar y además hacía que no me sintiera como un extranjero, porque eso es lo que realmente era, un francés que vino de intercambio a Hogwarts. Caminamos y no dije nada, sólo queria que llegáramos lo más rápido posible a la enfermería y que le dieran algo para que se pusiera mejor, eso suponía que me haría sentir mejor.

Lo llevé casi a rastras, ya que no quería que tuviera el mínimo esfuerzo en la caminata. Teníamos que subir un par de pisos hasta que llegaramos a nuestro destino. Le miraba de reojo y solo asentía si es que salían palabras de su boca, pero de la mía nada... Una vez estuvimos en la puerta, dejé que se apoye en la pared y entré en busca de la enfermera. Salimos con esta y lo entramos, lo ayudé a acomodarse en una cama y esperamos a que trajera algo para que Albus tome.

-De verdad lo lamento, por mi culpa estamos en este lugar y vos con el brazo así- alejé mi mirada de la suya y esperé a que llegue la enfermera.

Era el rey de la enfermería, la enfermera se arrodillaba ante él pequeño Potter (ignoremos el hecho de que generalmente es porque le están revisando las fracturas de piernas), las pociones de curación y crecehuesos se preparaban solas en su presencia. Bueno, que aquella imagen era la que el joven Slytherin tenía en su cabeza, que era ligeramente diferente a como el se lo estaba imaginando. Básicamente era una aburrida enfermería, con varias camillas en paralelo, unos estantes donde se guardaban las pociones preparadas y otro donde se encontraban ingredientes y materiales para preparar más. Edmond estuvo bastante callado durante gran parte del trayecto hasta allí, para no decir que en realidad estuvo callado todo el trayecto. Tenía curiosidad, hasta desearía poder entrar en la cabeza del ruliento y saber que estaba meditando tanto ¿Pensará que fue culpa suya?.

- Holaaaa... ¿Cuánto tiempo? Creo que pasaron como dos días. Yo creo que una dos dosis de crece-huesos y un poquito de esencia de Murtlap.- decía sin más, básicamente auto-recetándose cosas, pero lo impresionante era que la enfermera simplemente asentía, rodaba los ojos para luego ir en dirección al estante de pociones con una ligera sonrisa por culpa de las estupideces de Albus. Finalmente termina por recostarse sobre camilla más próxima a ambos chicos, poniendo una actitud seria al notar que el Ravenclaw quería decir, y vamos que sería lo primero que dirá desde que ocurrió el accidente. -Venga Ed, no digas tonterías, todo fue culpa mía. Debí practicar un poco más esa última posición, a parte no esta tan mal mi brazo, mira...- dice, intentando rotar un poco el brazo para luego escucharse un ligero crujido que seguramente no auguraba nada bueno. -... Bueno, olvida eso.-.

En verdad no le dolió tanto aquel sonido, solo le dolía la actitud que estaba teniendo Edmond en ese momento. Se movía ligeramente para dejar un pequeño espacio en la camilla, aunque fuera relativamente pequeña podrían alcanzar sin mucha dificultad a entrar dos personas allí.- Ven ¿Recuestate conmigo un rato?.- Tal vez aquello era lo que necesitaba su amigo, un abrazo para sacarle de ese tonto pensamiento.

De algo estaba seguro, y era de que Potter sabái como cuidarse, nomás fue llegar a la enfermería y que lo recibieran como un habitual del lugar... Se sabía que a veces era un tanto torpe pero tampoco era para tanto, o tal vez si?... La cuestión es que comenzó a decirle a la enfermera lo que debía darle y eso me dejó un tanto atónito, el chico hablaba como un médico de San Mungo.

Si claro, yo me iba a quedar tranquilo al ver como el brazo le crujía de esa manera, porque según él, no fue mi culpa mas si la suya, en eso se equivocaba y no pude evitar negar con la cabeza sin mirarlo siquiera; me sentía demasiado culpable y eso nada de lo que dijera o hiciera, me lo iba a quitar de la cabeza.

-No lo puedo olvidar y tampoco voy a aceptar el echo de que haya sido tu culpa lo que te pasó, porque sabes muy bien que si no hubieras estado conmigo en esas situaciones no te habría pasado nada- le miré muy apesumbrado y me senté en la parte de los pies de Albus. Me sentía muy nervioso de no sabía bien qué, pero era algo que le molestaba, tal vez el echo de que Albus estuviera en una cama de la enfermería con el brazo roto y por su culpa, totalmente su culpa.

-No quiero hacerte más daño Albus, mejor esperemos a que te traigan todo lo que necesitas, eso si, no me voy a mover de acá hasta que te digan que puedes ir a tu habitación, lo prometo- le estiré la mano para acariciar la suya, la que estaba bien, ya que ni quería tocarle esa parte que estaba mal, rota y por su culpa...

Sonreía ligeramente ante la expresión atónita del chico cuando casi le ordenaba cosas a la enfermera del lugar, como si de un sanador profesional se tratara, cosa que le generaba gracia porque es su sueño desde pequeño convertirse en un sanador. Tantos chicos rogando ser aurores o rompe maldiciones y el Slytherin sería feliz viendo heridas purulentas y rasguños de criaturas mágicas diariamente. Claro que se genera una ligera presión en el pecho cuando el Ravenclaw comenzaba a echarse la culpa por segunda ¿o tercera vez en el día? La verdad parecía que ya había perdido la cuenta pero solo sentía ese ghoul apretando su pecho, porque se sentía como una entidad que no le dejaba respirar ¿Era rabia quizás? Podía ser.

Siente la ligera caricia del chico, logrando calmar ligeramente esa sensación que le generaba un nudo en la garganta, sin embargo regresa tras el último comentario del chico. Se notaba por la manera en que apretaba ligeramente la mano del Ravenclaw, mordiendose el labio con un poco de fuerza, dejando marcado su colmillo en el labio inferior.- ¡Que no fue tu culpa, Ed! En verdad déjalo así...- Dice exaltado al inicio para finalmente decir lo último casi como un murmullo para el mismo. Al mismo tiempo que la enfermera regresaba del estante con dos pociones, una de esencia de Murtlap y otra de crece-huesos. Tomando la última con firmeza y llevándose la boca de la botella a los labios es que comienza a sentir el sabor amargo recorrer su garganta. Volviendo a apretar la mano del chico pero esta vez para aguantar el dolor que implicaba que sus huesos de volvieran a fortificar, como si estos mismos le estuvieran extrayendo vitalidad al joven Slytherin, apretando los párpados con fuerza por el dolor.

- No te vayas...- dice entre medio de los quejidos, antes de dejar escapar una ligera lagrima. Un dolor impresionante recorriendo toda su columna vertebral, a pesar de que se estuviera acostumbrando con el paso de los años no dejaba de ser doloroso... ¿Cuánto tiempo llevaba desde que comenzó? Aún le quedan 7 horas y 58 minutos más de pura agonía. Se recuesta apretando con una mano la del contrario y con la otra las sabanas que cubrían la camilla en la que sentía en su cuerpo una tortura infinita. "Sigue siendo un niño..." dice la enfermera, antes de cambiar la posición del Slytherin para que tomara una segunda poción, esta vez un filtro somnífero. Fueron pocos los minutos o incluso segundos en que el Slytherin tardo en quedarse dormido, para sobre llevar un poco mejor todo el proceso de regenerar su hueso. "Si deseas puedes quedarte a acompañarlo, tengo que ir a reponer un poco más de algunos filtros" exclama la enfermera a Edmond, abandonando la habitación para dejar a ambos chicos solos. Un Albus descansando de un costado de la camilla, increíblemente sin que se le escapara un rastro de baba, hasta y se veía tierno descansando.

Las expresiones de Albus no me hacían sentir mejor, al contrario, era mas la culpa de saber que tenía que tomar esos medicamentos que seguramente sabían horrible y que de alguna manera u otra, le estaban dando un efecto no tan placentero, después de todo, qué medicamente te dejaba un efecto de felicidad o sanación inmediata.... Niguno era la respuesta. Esa lágrima en el rostro de Potter me hizo recapacitar en que tal vez, era mejor estar callado y quedarme a su lado para acompañarle, como él quería...

La enfermera, no hizo mas que darlo vuelta, ponerlo en otra posición y Albus se quedó dormido, debía descansar para que su herida sanase pronto. Asentí con la cabeza a la enfermera y la vi salir de la habitación. Acaricié lentamente el cabello de Albus para que quedara acomodado, ya que con el movimiento le había quedado en la cara. Su expresión era un tanto extraña, pero linda y tierna, no la que pone cualquiera cuando se queda despierto.

Después de una hora de estar solamente sentado y mirándolo, fue que me levanté y comencé a caminar un poco, me paré frente a la ventana más cercana a la cama donde reposaba Albus y miré afuera, el día ya se había acabado, poco a poco el sol se perdía en el horizonte y si se tenía que quedar en ese lugar toda la noche, no lo iba a dejar, lo acompañaría, lo arroparía y se encargaría de lo que fuera necesario para hacer que Albus se sienta mejor.

No era solamente el deber de un buen amigo el hacerle compañía a otro cuando lo necesitaba, era algo que iba mas allá de mi persona, algo que Albus despertaba en mi interior y que pocas veces y pocas personas, habían logrado florecer. Miré de reojo hacia la cama para ver si este se encontraba bien, me acerqué y lo arropé, para levantar un poco su cabello y darle un beso en la frente... Era un amigo, era una especie de cariño más allá del normal y tal vez no lo quería ver, pero Potter no estaba sintiéndose en mi interior como eso....

Lo impresionante era que aquel filtro somnífero simplemente inducia el sueño en el joven Potter, más sin embargo, el chico castaño se encontraba aun sin entrar al reino de morfeo por completo. Se encontraba en ese limbo entre la realidad y el sueño, entre encontrarse en el bosque prohibido con su pequeño Harvey de acompañante a sentir las suaves caricias que Edmond le daba en el cabello. Era relajante y sanador sentir la mano del chico sobre su cabellera castaña, fue lo último que recordaba antes de quedarse completamente dormido, cayendo finalmente en los brazos de morfeo, aunque no se sintiera como siempre lo describían, sino que fue una caída libre hasta estrellarse finalmente en su propio sueño.

Cayó en el piso del bosque prohibido, la suavidad que entregaba la tierra y las hojas caídas fue lo que evito que se despertará en ese instante. Claro que su brazo lesionado no tuvo la misma suerte al pegarse contra una raíz de un árbol que sobresalía del suelo ¿Era de noche? Era difícil adivinar, debido a que la luz que llegaba al frondoso bosque, era filtrada por las hojas oscuras dejando entrar un pequeño haz de luz que aumentaba lo lúgubre del bosque. Un pequeño roedor le muerde el inicio de su tobillo, logrando captar su atención haciendo que descendiera su mirada, dándose cuenta que el roedor se iba a largando en cuerpo hasta obtener un largo parecido al de un gran hurón. El pequeño animal levantaba la mirada para observar a Potter, generando ese choque de miradas que hizo que el pequeño mago se diera cuenta de la identidad del animal: Su "pequeño" hurón mágico. Sonríe alzando al animal en brazos, en el mundo real esa pequeña sonrisa se muestra, o por lo menos la mitad, ya que la otra mitad se encontraba oculta por la almohada que tal vez estaba babeando en ese momento.

El pequeño animal comienza a forcejear su escape, dejando le vía libre para que saltara de sus brazos al suelo y este comenzará a caminara a un paso nada natural para un hurón, haciendo que el pequeño Potter se esmerara en seguirle el paso al pequeño animal mágico. Rápidamente salen de las profundidas del bosque para encontrarse en los terrenos del castillo, observando como el sol comenzaba a esconderse para dar inicio a la noche. La sola distracción del atardecer casi lograba que Potter perdiera de vista por un segundo a su mascota, siguiendole rápidamente la pista a su huellas ¿Desde cuando era tan bueno corriendo? El mundo de morfeo era un lugar interesante. -¡Hey, esperame!.- Grita en sueño, aunque un ligero murmullo fue el que se escucho en la enfermería. El animal se perdía en la infinidad de escaleras que se iban trasladando de lugar, logrando que el Slytherin comenzará a frustrarse por el hecho de seguir al Harvey como loco por el colegio vació ¿El colegio se encontraba totalmente vació? Nunca vio o escucho a otro estudiante allí, solo se encontraba él y su mascota, recorriendo la infinidades de pasillos hasta que terminan cerca de los últimos pisos del castillo, girando a la izquierda y subiendo escaleras hasta dar con la parte superior de esa torre, llegando a un camino sin salida.

Las escaleras finalizaban en una puerta que no poseía pomo o cerradura con la cual abrir, el pequeño animal se escabulle por la parte inferior de la puerta, dejando a Albus en lo alto de la torre, siendo presa de la soledad y la oscuridad que reinaba en ese momento en el castillo. Su varita no se encontraba donde siempre la tenía por lo que no podía alumbrar el lugar. El único rastro de luz que iluminaba ese lugar, era el reflejo que se generaban sobre la pieza de bronce en forma de águila que se posaba en la parte superior de la puerta, juzgando cada movimiento que hacia o eso pensaba el Slytherin. "¿Qué quieres?" era la preguntaba que retumbaba en su cabeza al mirar directamente a los ojos a la estatua. Un silencio invadió el lugar de forma abrupta, solo se encontraba él en la infinidad del castillo... Y lo odiaba, le generaba miedo o ansiedad no tener a nadie más allí, no es que fuera el mayor miedo de Potter pero si lograba que el simple pensamiento de que no existía nadie más allí con él, le generaba escalofríos y lograr que una pequeña lagrima resbalara por su mejilla, tanto en sueños como en la vida real, aun sin saber la respuesta ante tan imponente obra.

- Edmond, Edmond, Edmond... Sal de ahí, te necesito.- Su respuesta no era que quería, sino quien quería tener en ese momento acompañándolo. En su sueño esa petición era ligeros murmullos que se iban apagando a medida que la luz desaparecía y en el mundo real era un poco más audible el llamado a su amigo. Cuando finalmente el último haz de luz desaparece de la escalera y Albus se ve sumido en la oscuridad de la soledad, es que termina por despertar de forma precipitada. Casi pegaba un ligero brinco, abriendo los ojos con rapidez y ahogando un grito en su garganta al levantarse ligeramente en la cama, con el corazón acelerado y la mirada algo difusa.

Esa extraña mueca, eso era más que nada el que se le cayera baba de su boca al dormir. Algo que todos hacemos cuando dormimos pero que si lo vemos en otro siempre tenemos algo que decir. En cambio yo no creía que en él se viera feo, realmente se veía demasiado tierno, tanto que hasta no pude evitar soltar una risita, una sonrisa se dibujó en mi rostro al verlo de esa manera y también su cara se desfiguró, aparentemente estaba soñando algo que le producía en cierta manera ese placer que no muchos tenemos la suerte de que nos suceda.

Algo, de pronto, salió de su boca pero era un murmullo, por lo que no pude captar con claridad que era eso. Me le acerqué para ver si podía escuchar por si algo más salía de su boca. La cosa parecía ponerse turbia, no sólo porque Albus estaba murmurando de nuevo, si no por como lo hacía, parecía que su sueño placentero, se estaba convirtiendo en algo más y fueron pocos los segundos que pasé tan cerca de Albus, que este se incorporó de pronto y precipitadamente sobre la cama, me exalté y me alejé unos centímetros para verle, estaba como confuso.

-¿Estás bien Albus?- pregunté al verle de esa manera y me le acerqué, le toqué la frente y parecía que estaba algo caliente, tal vez los efectos de lo que tomó le afectó de esa manera. Me levanté rapidamente y busqué un vaso con agua para poder llevárselo hasta donde estaba. Me senté a su lado y le extendí el brazo con el vaso -Venga, toma un poco... ¿Qué estabas soñando?- le pregunté mientras le frotaba la espalda para que se pueda relajar y me contara lo que le pasaba; me asustaba un poco verle de esa manera, pero tal vez no era algo grave...