Anaëlle S. Dupont

Lo veía a lo lejos, caminando por la llanura, donde se podían observar unos montículos de flores, el caminaba distraído con la cabeza inclinada hacía abajo, mirando las flores? Eso parecía pero claro desde la distancia en la que me encontraba era difícil saberlo. Me mordí el labio dudando, por un segundo qué hacer... Debía correr o seguirlo hasta que se diera la vuelta por sentir una mirada sobre el... Suspire, cerrando los ojos y echando mi cabeza hacía atrás para luego apuntar mi mirada solo a el y salir corriendo por el camino de flores rosas que me llevaban a su encuentro. Estire una de mis manos a mi cabeza para sostener mi sombrero y con la otra sostuve mi pollera, que era larga y suelta, debía levantarla o si no terminaría con la cara entre las flores que descansaban en el suelo.
Entonces cuando solo me faltaban unos pasos él se volteo, y nuestras miradas se cruzaron por un leve segundo que fue suficiente para que no dudara ni un segundo en abrazarme por la cintura en el momento que colisione contra su cuerpo, me levanto por los aries dado vueltas, y al instante caímos sobre a hierba, rodé un poco quedando con la vista al cielo y él a mi lado en igual posición.
De mis labios se escuchaban sonoras carcajadas, que a pesar de sonar fuertes y solidas, ocultaban miedo. No quería que el se levantara y echara a correr alejándose de mi otra vez. Solo atine a silenciar mi voz, sin atreverme a observarlo, esperando que pronunciara alguna palabra, entonces él se giro sobre su costado y me observo, directamente a los ojos.
- Te quedaras? - pregunto sin rodeos, sin parpadear.
No dude, pero tan poco respondí al instante, porque me había quedado como en estado de shock. Entonces hable.
-Si - dije firmemente.
Y después de eso sentí como sus labios se posaban sobre los míos. Cerré los ojos y sentí que volvía a tener doce años otra vez.