Favor por favor, se paga el dolor(libre)

Sin duda la biblioteca era uno de mis lugares favoritos y aunque hacia poco que habian empezado las clases, me encantaba ir alli y ver todos los libros, y si, sobretodos los de la zona prohibida. Vi una mesa vacia y alli coloque unos cuantos libros, mientras tambien colocaba unos cuadernos, dentro de mi mochila salto Morgana colocandose sobre uno de los libros y haciendose un pequeño ovillo negro, eran las ventajas de ser una gata pequeña, cabia en cualquier sitio.

Comence a dibujar en uno de los cuardernos distintas clases de hierbas, la pluma podia escribir solo, pero me acordaba mejor de la planta si yo misma, la dibujaba y eso hacia, mientras observaba como Morgana jugaba con una pequeña pelusa:

-se buena-la mire y ella me devolvio la mirada, como si me dijera,que me metiera en sus cosas. Termine de dibujar las plantas para la clase y ahora me tocaba dibujar flores, asi que fui a buscar otro libro, en ese momento uno de los cuadros, que era el del profesor Albus Dumblendore, me saludo sonriendo tras sus gafas de media luna- buenas tardes profesor

-muy buenas tardes señorita, como siempre usted es una asidua del area de los libros-me respondio mientras acariciaba su barba

-y como siempre, yo lo veo siempre aqui-sonrei

-estoy dentro de un marco y colgando, donde voy a ir?-me sonrio y yo le devolvi la sonrisa

Encontre un libro, que parecia tener buenas ilustraciones, asi que lo tome, pero al tomarlo sin querer tire otro, era un poco torpe la verdad. Era un libro con tapas negras de cuero, aun olia a cuero de hecho, al abrirlo habia un titulo, pero escrito a mano"Favor por favor se paga el dolor"me parecia un libro muy raro y a medida que lo leia, hablaba aun de cosas mas raras, ponia como algunas personas habian salvado vidas, suyas y ajenas, con favores de seres magicos, algunos habian dado de beber sangre de unicornio, otros habian pedido un corazon de dragon y otros habian hablado hasta con las banshees para salvar su vida, pero claro, todos estos pedian algo a cambio y yo no entendia, que podia querer una banshee de un mago, pero a medida que leia vi cosas muy raras, como tener a un mago siete años con ellos, o darles un bebe, incluso reclamar a un ser como suyo. El libro era curioso, asi que lo meti en mi mochilo, lo leeria mas tarde, no estaba mal, como curiosidad.

Me sente de nuevo en la mesa y escuche un ruido:

-morgana se buena-dije pensando que era ella la que correteaba- morgana otro dia te dejare en la sala comun-me gire y no era morgana, era alguien que habia entrado en la biblioteca- hola-sonrei

Entre los pasillos alborotados y los pasos convertidos en un estruendoso el eco, MacNair se abría camino contrario al alumnado, saludándoles mientras movía el rostro con la cordialidad de un adulto y la sonrisa de un adolescente vigoroso, el cual incluso chocando palmas sí hallaba de pronto alguien de su agrado. No llevaba ningún rumbo fijo, no en tanto debiera arrear al alumnado que notara sospechosamente fuera de lugar, lejos de la entrada a las salas comunes. Así fue durante la siguiente media hora, revisó con detalle las zonas del castillo que le correspondían; desde escalones hasta aulas, desde aulas hasta torres; lo único que faltaba revisar era la biblioteca del cuarto piso a donde dirigió su caminar.
Por la puerta echó un vistazo rápido. No pudo ver nada ni a nadie fuera de lugar, por lo que decidió echar abajo las luces de los candelabros y cerrar con candado el acceso. Procuraría realizar todo de prisa siendo la hora que era ya que, además, necesitaba el descanso regenerador. Con el brazo sano, desenvaino la varita de magia y apuntó hacia la primera vela cerca de la entrada. Poco a poco las luces fueron perdiendo su intensidad, por lo que MacNair dio por hecho el primer paso de su último cometido y giró para apartarse del lugar. Únicamente requería sellar la puerta y... "¿Qué ha sido ese sonido?", se preguntó luego de que percibiera el ronroneo de una criatura. Al parecer el sonido provenía del interior. Así pues, y aún con las luces de media estancia extintas, hizo uso del encantamiento lumus para aventurarse en el lugar. Por un segundo creyó escuchar un saludo, un "hola" femenino, y fue entonces que, a lo lejos, noto la luminosidad de una lámpara, de esas que había sobre cada mesilla de estudio, por lo que fijo su mirada allí sin dar rienda suelta a distracciones. Cuando estuvo a una distancia significativa pudo ver a una chica dándole la espalda, reclinada al frente, seguramente ensimismada con su lectura, tanto que probablemente había perdido la noción del tiempo, sin percatarse de que debía marcharse ya. Mientras se acercaba más, chocó contra un banquillo, algo que supuso llamaría la atención de la jovencita, pero no, no fue así, el único que respondió a su atropellado ruido fu un gato que sorprendió al profesor MacNair. Llamó al felino, aunque sin éxito para que se acercara. Volvió a intentarlo. Nada. No parecía querer dejar a su ama... o eso parecía pues no basto mucho para que el animal subiera sobre una pila de libros y los tumbase, junto con una mochila, dejando un verdadero desastre.
— Srita. Stein —, pareció algo sorprendido cuando al fin la reconoció, a aquella dulce chica con quien poco había tratado, pero que sin lugar a dudas recordaba a la perfección. — ¿Ha perdido la noción del tiempo? — Acarició al minino que paseaba campante sobre su desastre. MacNair decidió apartarlo para después ayudar a la Srita. Stern con su mochila, la cual también había caído. — Es tarde para que continúe aquí. Lo mejor es que se dé prisa y vaya a su Sala común — Y al decirlo, otro libro cayó al suelo, golpeándole el pie. — Pero, ¿y esto...? —. El titulo no le pareció conocido en un primer momento y no lograría identificado por su cobertura de cuero — "Favor por favor, se paga el dolor" — Leyó en voz tenue, pero perceptible, meditándolo sobre el posible significado tras esas palabras. — ¿Este libro es suyo? ¿De dónde lo ha sacado?

Alce mi rostro al escuchar esa voz, al verle le sonrei enseguida, era el profesor thomas, uno de mis maestros preferidos, ya que su asignatura era de mis preferidas, ademas el siempre era amable y muy claro con sus clases, en ocasiones parecia mas agusto con las criaturas magicas, que con segun que personas, y eso me pasaba a mi tambien. Mire mi muñeca para ver la hora y realmente era tarde, tan tarde que no debia de estar alli ya, pero sabia que el no me reñiria por eso:

-la verdad es que se me paso el tiempo señor Macnair, es que...estaba copiando ilustraciones de hierbas para la clase de herbologia y se me paso el tiempo, ademas me encanta este lugar, y usted? como esta? apenas le he visto en este año-dije cerrando algunos libros y acercandome a el, mientras veia como morgana estaba sobre la mesa- ella...se que no deberia estar aqui, pero no hace nada, esta acostumbrada, ademas se confunde en las sombras-sonrei y vi como el señor Macnair se fijaba en ese libro, era un libro extraño, por que para empezar estaba escrito a mano, cosa que ahora era poco comun y tambien por todo lo que decia y sobretodo por que parecia que lo hubiesen puesto justo para que yo lo leyera.

El señor Macnair, siempre me parecio un buen hombre, amable y era casi mas un compañero que un profesor, no era el tipico profesor anciano que siempre repetia lo mismo, el era guapo y joven, siempre tenia una palabra adecuada y ingeniosa, sobretodo era muy inteligente, alguien que no parecia juzgar a los demas. Mi caracter timido, siempre me hizo estar alejada, pero el quizas no me juzgaria, quizas si podria contarle algo de lo que me pasaba:

-lo encontre de casualidad y es extraño, esta escrito a mano y...es como si quisieran explicarmo algo atraves de ese libro-le mire y suspire- si le cuento algo por favor no me vaya a meter a san mungo, pero alguna vez se ha sentido perseguido? observado? casi como si fuera un reclamo de algo o alguien?-le invite a que se sentase a mi lado, para poderle explicar mejor- llevo meses con pesadillas, veo a seres extraños que me reclaman, que quieren que este con ellos, pero no es solo eso, ha sentido como unos brazos gelidos me abrazaban y en el tren, antes del incidente-suspire- mi libro de seres magicos, un libro muggle, empezo a sangrar, no se que me pasa, pero tambien he visto a una mujer, es parecida a mi, que me dice cosas-me estaba poniendo nerviosa, ya que parecia una loca, contando desvarios- esa mujer me dijo que yo era su sangre, que le pertenecia-me encogi de hombros- grite y rompi el espejo de la enfermeria...es que ella aparecio en ese espejo

Temia que me tomase por loca, pero el conocia a seres extraños, el no era de esos, algo me decia que podia confiar en el:

-la unica persona que puede darme respuestas es mi padre y esta desaparecido, ya sabe le acusaron de traidor-todos lo sabian, pero lo aclare- y si soy un ser malvado ? y si en el fondo tengo algo malo que esa mujer sea quien sea quiere? en los sueños me dicen cosas, como "me perteneces"" eres mia" y me aterra, por eso tardo tanto en irme a dormir, cuanto menos duermo, pues menos horas de pesadillas

Le di el libro y lo abri por una de las paginas que hablaba sobre niños que fueron robados al nacer por seres como banshees y lavanderas, que venian a ser lo mismo:

-ellas pueden hacer favores, pero cobran un precio, no se...este libro esta escrito a mano, como si alguien escribiera indicaciones para alguien-la mire a los ojos- puede que este loca...por favor no le cuente a nadie que quizas estoy mas loca que una regadera magica-le rogue mirandolo a los ojos y sonriendo levemente

Aquello sonaba como la narración de una leyenda, una historia urbana que servía como escarmiento para las personas que habitaran un pueblo pequeño. No era la primera vez que escuchaba algo así, en absoluto. Sin embargo, siguiendo su naturaleza emocional, MacNair no pudo evitar la sensación que el misterio tras lo confesado por Stein le llenase de brío los nervios. Para cuando ella se detuvo, él ya estaba en la silla contigua, sosteniendo las páginas del libro maldito. — Es una historia increíble, Srita. Stein —, repitió a voz alta el pensamiento que no dejaba de cruzar por su mente. Rosco la ligereza de su ceja antes de volverse a los ojos de su narradora. — Y aprecio confíe en mí para revelar esta situación tan... alarmante, — dijo él, recordando el "protocolo" al que se supone debía ceñirse en casos así. — Lamento tuviera que reservarse estos eventos, pero debe saber no tiene porque enfrentarse sola a todo esto. Ahora que me encuentro al tanto, procuraré ser discreto... Aunque debes comprender, ¿Atalaya? ¿No hay problema sí se tuteo? El resto de los profesores deben estar al tanto. La directora debe estarlo también para garantizar tu seguridad. Sí ha logrado manifestarse en Hogwarts significa debemos estar precavidos en tanto resolvemos este problema. — Puso su mano sobre el hombro de la jovencita, presionándolo mientras le sonría — Mientras tanto, te acompañaré hasta el ala de Hufflepuff — Se levantó, aunque mantenía, con firmeza, el libro atrapado en su mano — Yo conservaré esto por ahora...
Y así, mientras esperaba por verla ponerse de pie, giró los ojos hacia los candelabros que colgaban sobre sus cabezas. Las llamas en estos danzaban junto al viento que acompañaba la fiereza de la noche. Thomas sintió entonces que otra mirada, fría y penetrante, rondaba tras su espalda... Probablemente había logrado sugestionarse con la historia que antes escuchó, así que procuró restarle importancia. — Andando —, insistió, haciendo nuevamente uso del encantamiento lumos para no tropezar en el camino de regreso.
Mientras le guiaba fuera de la biblioteca, Thomas se mantuvo en silencio, meditando una vez más sobre el origen del problema. ¿Se trataba realmente de una Banshee, las mismas mujeres del folklore irlandés destinadas a llorar por la pérdida del ser amado? Muy a pesar de su inquietante alarido, las Banshee no eran agresivas ni mucho menos peligrosas. También podía tratarse entonces de alguna maldición que perseguía a su alumna... Tantas probabilidades existían que no era capaz de fijarse en una, no mientras no contara con las herramientas necesarias. — Quiero tengas algo en claro, Atalaya, y deseo quede en claro —, dijo con serenidad. — Tú no eres ningún ser malvado. Puedo sentirlo. Tu naturaleza dista de ello... y quizás ese sea el motivo por lo que alguien desea dañarte.   — Tomó un respiro, vigilando los alrededores con cautela. — Tampoco temas. Eres mí alumna y como tal, pienso protegerte, ¿de acuerdo?

El que me preguntara si podia tutearme, me hizo cierta gracia, ya que claro que podia hacerlo, era mi profesor, era yo quien le debia respeto a el:

-sabe que si puede tutearme, pero me sorprende que aun no recuerde bien mi nombre-me rei, a muchos les pasaba, solian solo acordarse del linaje- le doy las gracias por no pensar que estoy loca, me aterraba esa idea- se mostro muy comprensivo, pero cuando dijo que lo comunicaria al restro de profesores me senti como si me tirasen un balde de agua fria, no, yo confiaba en el, pero el resto de profesores? seguramente se lo contarian a mi abuela y ella se preocuparia, ademas no queria que se supiese- le ruego que no diga nada, por favor, se lo ruego, esto es algo que no quiero que se sepa, mi abuela se morira si sabe algo, ademas, se lo conte, por que usted es diferente, usted entiende a las criaturas magicas,y es casi un amigo, por favor no se lo cuente a nadie-camine a su lado y aunque el intentaba tranquilizarme, diciendome que no estaba sola, yo sentia que difundir eso, era difundir algo muy intimo de mi

De pronto las llamas del candelabro se apagaron, primero uno solo, pero despues todos los candelabros le siguieron, comenzo a hacer frio y yo sentia como si tuviese a alguien tras de mi, llamandome:

-profesor creo que esta pasando algo-mire el libro que ahora lo tenia el y senti un suave susurro"vuelve".Me quede quieta, no sabia que hacer, debia obedecer a la voz o no?"te necesito", algo me decia que tenia que acudir, que no podia dejar de prestar atencion a esa voz femenina-disculpe, pero me esta llamando

Corri y volvi hacia la biblioteca alli no habia nada, estaba a oscuras, hasta que en uno de los ventanales, la vi, era esa mujer, castaña ojos claros, muy parecida a mi, pero algo mas mayor, esta vez no me miraba con ojos defensivos,si no casi llorando, abrio sus brazos y note como miro al profesor:

-ella, es mia-le dijo

-pero quien eres?-le grite- que quieres de mi?

-eres mia-casi parecia llorar y por raro que resultase, me dio lastima, mucha lastima-ven conmigo...

Mire al profesor y me quede quieta:

-no...no puedo

En ese momento la mujer comenzo a llorar, su llanto era tan fuerte que se sentia desde lejos:

-no puedo ir contigo, esta es mi casa

En ese momento grito, tan solo grito y yo senti como si le hubiese hecho daño...