Entrenamiento: Hufflepuff #1 [Titulares, Suplentes e Interesados]

En el centro de la cancha de Quidditch
Hora del entrenamiento: 11: 00 am [Sábado]
Puede participar cualquier Hufflepuff que sea miembro del equipo de Quidditch, al igual que cualquier Hufflpeuff que no pertenezca al equipo pero esté interesado en ingresar.

Me senté en la silla que la directora McGonagall tenía afuera de su despacho, esperando desde ya más de una hora que los jefes de casa y ella se pusiera de acuerdo con los horarios de entrenamiento para quidditch, porque al parecer, tanto el profesor Declan, jefe de la casa de las serpientes, como el jefe de mi casa habían dado permiso a sus equipos para hacer uso del campo de quidditch. No me molestaba esperar en situaciones así, pero aun me sentía pesarosa por haber tenido que levantarme temprano. Se supone que yo únicamente tenía que ver al jefe de mi casa para confirmar horarios y pasar por las pelotas para el gran día que hoy teníamos, mas no estar en medio de una situación tan delicada como esta. Del otro lado de la sala en la que me encontraba sentada se encontraba Malfoy, recargado contra la pared del lugar, esperando igual que yo que dieran por fin un veredicto, quizás deseando como yo que le dieran luz verde para entrenar hoy y no tener que esperar hasta el día siguiente:domingo, porque los domingos solían ser mas pesados y aquello implicaba que, todos los miembros del equipo, reorganizaran sus horarios. así que, entre Malfoy y yo había una lucha silenciosa de deseos, ambos esperando que le tocara la mejor hora.

Media hora después, salieron los jefes de casa acompañados de la directora quien tenía entre las manos un pergamino, según anunció, se trataba de los horarios establecidos para hacer uso de las instalaciones del campo de quidditch por el próximo mes, en dicho horario se incluía hasta a Ravenclaw y Gryffindor, equipos que justo ahora apreciaba bastante débiles, no era por nada, pero a nosotros siempre nos íba de maravilla en los juegos, quizás por la unidad del equipo. También tenía que reconocer que Slytherin tenía buena planilla y ellos, en realidad, eran los contrincantes fuertes en esta primera vuelta de juegos, no podía decir que del resto de la temporada, porque las cosas siempre daban vueltas inesperadas.

Una hora más tarde, a eso de las 10:30 de la mañana ya me encontraba camino al campo llevando conmigo las pelotas que pesaban horrores, sin embargo, mantenía sobre mi semblante una sonrisa, Hufflepuff usaría durante toda la mañana y hasta las tres de la tarde el campo, posteriormente lo ocuparía Slytherin, así que todo había fallado en nuestro beneficio. Desconocía todo lo que se habló durante horas en el despacho de la directora, pero fuera lo fuere, nuestro jefe de casa había hecho una labor extraordinaria. Cuando llegué al centro de la cancha bajé la casa resoplando por el esfuerzo y me tiré en el suelo, por fortuna ya traía puesto el uniforme para el entrenamiento y no tenía que ir a otro sitio a cambiarme de ropa, por ahora ya solo faltaba esperar a que llegara el maravilloso equipo amarillo para decidir su futuro, y decía decidir el futuro, porque necesitábamos elegir no sólo a los nuevos miembros que cubrirían los lugares de aquellos que egresaron, sino también a nuestro capitán, los candidatos éramos todos aquellos que pertenecíamos al equipo el curso anterior ¡tenía nervios! mucho diría de nosotros la actitud y responsabilidad del nuevo capitán, ya que éste se encargaba de la mayoría de los trámites y que decir de los ánimos de los miembros ¡tenía que motivar, pero tener temple para poner a todos en su lugar cada que errábamos! Hasta hora entre todos los miembros nos habíamos estado turnando las responsabilidades, como anunciar el entrenamiento, reservar el campo de quidditch, ir por el material y demás.

Gracias a su lechuza logró despertarse a tiempo para el entrenamiento. Era sábado, no había ninguna clase, por lo que el madrugar no era algo que tuvo en cuenta la noche anterior. Pero su pequeña, muy pequeña lechuza decidió que era de molestar a su amo. Le dio de comer comida chatarra que guardaba por ahí, la revisó a ver si no estaba herida o si no tenía algún parásito, y luego de las atenciones ella sola volvió a la lechucería, no sin antes recordarle que tenía entrenamiento de quidditch.

Se puso el uniforme, tomó su escoba y guardó algo de ropa limpia en una bolsa para usar luego del entrenamiento. Chequeó el tiempo que le quedaba y luego de pensárselo decidió que en vez de ir a desayunar se pasaría por las cocinas a pedir algo para él y el equipo si es que alguien se saltaba el desayuno. Tenía bastante tiempo por delante todavía.

El paso por la cocina lo demoró más de lo que pensó, los elfos se excedieron en las raciones que había pedido y se sintió obligado a comer lo que le iban ofreciendo. Pero al menos cuidó de no llenarse tanto como para estar pesado y flojo para el juego.

Caminó tranquilo el recorrido hacia el campo de quidditch, disfrutando de la mañana, del silencio. No habían alumnos fuera y parecía que todos en el castillo dormían. La quietud y la tranquilidad de Hogwarts en ese momento lo reconfortó, parecía la predicción de un excelente día.

Primero fue a los vestidores y se quedó sentado allí. Eran las 10:32, había llegado a un buen horario para ser sábado. Dejó allí su ropa y un gran termo de chocolatada caliente más bizcochos que le había pedido a los elfos, para que el que quisiera se sirviera de ahí. Con su escoba y algunos bizcochos se dirigió al campo. El viento le movió el cabello con brusquedad, una brisa pasajera que así como vino desapareció.

— ¡Hola Roseline! — Gritó, aún estaba lejos como para hablarle en un tono normal. Trotó los últimos metros y contempló la zona de juego. En todo el verano no había agarrado la escoba (ni la mágica ni la muggle), pero jamás se olvidaría de cómo jugar. — Ten, come unos bizcochos. Aun tenemos tiempo. — Se sentó sobre su escoba y la hizo elevarse un poco, usándola de silla. — ¡Ey! Te ves bien, descansada. Yo debo estar como para espantar a los de primer año. Hace mucho no me levanto tan temprano un sábado. ¿Tendré que acostumbrarme? — Dijo medio bromeando y medio resignado a no dormir hasta tarde. Igual, el equipo lo valía. — ¿Cargaste eso tu sola? Me hubieses dicho y te ayudaba a traerlo. La próxima pídeme ayuda. Prométemelo.

Los rayos del sol que entraban a la habitación eran los culpables de que me hubiera levantado tan temprano. Tenía entrenamiento de quidditch, pero eso no quería decir que me despertaría tan temprano. Suspiré mientras quitaba la almohada que había colocado en la cara para tratar de cubrirme de los rayos del sol y dormir un poco más, pero fue un intento fallido. Al final, vencida, decidí levantarme, pero antes me quede un rato en mi cama mirando hacia un punto nulo en techo y pensando en cualquier cosa que se me cruzara por la cabeza. Después de un momento, me levante para prepararme y así poder tener un poco de tiempo antes de entrenar.


Me coloque el uniforme para así no tener que volver a la habitación y cambiarme de nuevo, até mi cabello en una coleta y así no me molestaría mientras que entrenara. Al terminar de arreglarme, chequeé la hora y aún me quedaba algo de tiempo para ir a tomar el desayuno, para mi, el desayuno era importante y nunca me lo saltaba, a pesar de lo retardada que podía estar. Tome mi escoba, mi mochila donde tenía algo de ropa limpia donde tenía ropa limpia para cuando terminara el entrenamiento y salí de mi habitación camino al gran comedor.


Me encontraba de buen humor, había logrado dormir de maravilla, además, volvería a jugar Quidditch después de un largo tiempo. Llegue al comedor, comí unos panecillos, aún me quedaba algo de tiempo y decidí aprovecharlo mientras que charlaba y bromeaba con algunos compañeros de casa. Después de un buen rato, me di cuenta que ya no quedaba tiempo y me despedí de ellos mientras tomaba mis cosas y me apresuraba para llegar al campo.


A pesar de que me encontraba caminando a un paso rápido, o mejor dicho, corriendo para no llegar tarde al entrenamiento, la sonrisa de oreja a oreja no se me borraba, el quidditch era algo que me apasionaba, mi familia me enseño a jugarlo y amarlo desde que era una pequeña. Cuando llegue al campo, desacelere el paso y así poder recuperar el aire que había perdido por culpa de la carrera que había hecho para llegar hasta aquí, observe que Roseline y Peter ya habían llegado, al parecer, hace mucho tiempo. Camine un poco rápido hasta donde se encontraban ellos: -Hola, Roseline. Hola, Peter.-  les dedique una sonrisa a ambos. -¿Hace cuánto llegaron?- los mire con algo de curiosidad. Ahora solo faltaba que los demás llegaran para poder iniciar con el entrenamiento.

Me incorporé a medias cuando escuché que alguien, a lo lejos, a gritos me llamaba. Sabía de quien se trataba, ¿cómo no saberlo? muchas de las cosas que ahora sabía del quidditch las conocía gracias a Peter Park. Sonreí ampliamente cuando me percaté que aceleraba su paso hasta llegar a donde me encontraba, y al tenerlo justo frente a mi, me levanté por completo para rodearle con un efusivo abrazo a forma de saludo - ¡Peter! tan puntual como siempre - dije a forma de reconocimiento, pues había sido el primero en llegar. Claro, aun era temprano y faltaban por lo menos quince minutos antes de que fueran las once, hora que entre todos convenimos para practicar, sólo esperaba que a los chicos no se les pegaran las sábanas por ese detalle, es decir era sábado y todo eso y además bastante temprano, así que temía que se olvidaran de venir o si llegaban, lo hicieran a destiempo. Aunque si hacían eso, sería bajo su responsabilidad, avisados estaban, y el Sr. Cook como el jefe de casa habían sido bastante firmes respecto a relevar a cualquiera de su puesto en caso de que faltaran a la primera práctica, porque además hoy serían las pruebas para los nuevos integrantes y, de nuevo, el tema de elección del capitán ¡Pff! sería un día caótico en definitiva.

Llevé mi vista a las manos de Park ¡venía más que preparado! y... ¿qué era eso? ¿acaso eran bizcochos? sin apenas percatarme del gesto, mordí ligeramente mi labio inferior, saboreando ya en mi boca el sabor de aquello ¡cielos estrellados! se veía tan rico, al punto que me sentía bastante tentada a pedirle uno...no obstante - ¿hablas enserio? con gusto tomo uno, es que se ven tan ricos - y tras decir aquello estiré una mano para tomar uno de los panecitos llevándolo inmediatamente a mi boca -mmm... terminé sentándome de nuevo sobre el césped para seguir disfrutando del pan.

Mientras comía miraba a Peter con ojos examinadores, sin poder evitar sonreír divertida de lo que decía respecto a asustar a los mas pequeños - Te entiendo, a mi igual me ha costado levantarme temprano hoy, sobre todo porque me tocó ir por las pelotas y bueno, me tuvieron un buen rato esperando en la oficina de la directora, porque al parecer Slytherin igual quería el campo para hoy - me encogí de hombros saboreando un bocado mas del bizcocho - pero creo que en verdad te sienta bien levantarte temprano, te vez fresco y, aunque traes un almohadazo del lado derecho se ve bastante natural - - le guiñé el ojo a forma de complicidad - y sobre seguir con los entrenamientos tempranos...creo que dependerá del nuevo capitán - concluí encogiéndome de hombros.

Mis mejillas se sonrojaron cuando señaló que debí haberle pedido ayuda con el equipo - no pensé que llegaría a pensar tanto ... - hice una ligera mueca mirando algo nerviosa hacia la caja sin poder evitar sonrojar un poco mas, sabía que lo mejor hubiera sido pedir ayuda a alguien de mi casa para poder traer todo hasta aquí, pero temía andarlos molestando, porque aquello hubiera implicado levantar a alguno mas temprano - ¿estas seguro? es posible que termines durmiendo menos o algo así y se que justo ahora los de séptimo tienen muchas cosas de que ocuparse...no me gustaría molestarte - murmuré, dándome cuenta que nada le estaba prometiendo y es que, cuando yo prometía algo siempre lo cumplía, de lo contrario me sentía bastante mal conmigo misma. Una no debía hablar a la ligera, las palabras era bastante poderosas. Pero cualquier cosa que pudiéramos agregar fueron acalladas por la llegada de un mimebro más del equipo ¡Kylie! juntas eramos el dúo dinámico del equipo, en el sentido de que eramos las golpeadoras y bueno, a mi consideración, siempre nos la pasábamos estupendo practicando y jugando y tumbando a los del equipo contrario - ¡dichosos los ojos que te ven amiga! - dije bastante alegre, y tal como había hecho con Peter, salté del salto pasando el último bocado de bizcocho y me lancé a abrazar a mi amiga a forma de bienvenida - yo llegué hace como unos quince minutos y Peter no llegó mucho después, pero descuida has llegado bastante puntual - le dediqué una sonrisa jovial. Me puse de puntas y me estiré un poco - al parecer a muchos se les han pegado las cobijas el día de hoy - comenté de manera vaga.

Parecía apresurada por buscar  el uniforme que utilizaba para los entrenamientos, y por más que lo buscaba no lograba encontrarlo en ningún lugar, y ya casi comenzaba a entrar en pánico. Sabía que Rose esta mañana iría temprano a averiguar sobre los entrenamientos y poco después volvió con la noticia, desde aquel minuto me encontraba buscando el dichoso uniforme.

Mi cama era un desastre cuando ya por fin lo había encontrado, no podía dejar todo allí, debía ordenar y de seguro me quitaría bastante tiempo.  Por mi mente simplemente pasaba aquella frase tan repetida acerca de que llegaría tarde, si que era un desastre todo esto. Finalmente cuando ya todo estaba  en orden, me puse el uniforme y salí lo más rápido que pude de allí con mi escoba, tan solo esperaba que los chicos no fuesen a molestarse por mi retraso.

Baje  las escaleras casi corriendo, no podía evitarlo, no me agradaba llegar tarde a  nada, y mucho menos esperaría que eso sucediera con los entrenamientos. Una vez fuera del castillo suspire con alivio podía divisar solo tres chicos de pie en el campo.  “Me he salvado” pensé de inmediato y me acerqué con mucha más calma, intentando  respirar muchísimo más tranquila a lo apresurada que venía.  –Hola chicos –Dije con una sonrisa bastante agotada –Lamento haberme atrasado –Me disculpé como de costumbre, no  era fácil para mí ausentarme.

Mire a mi alrededor, preguntándome donde se encontraba el resto del equipo, no me preocupe de quienes sabia que estaban en el equipo al salir de la sala común. –Y donde está el resto? –Alzaba una de mis  cejas  mientras miraba a los allí presentes, al parecer no había sido la única con problemas esta mañana, a pesar de que  sabía que no eran por causa del sueño, como suponía que era el caso de otros.

Nunca mas volvería a madrugar en mi vida o al menos no cuando tendría entrenamiento de quidditch, cosa que se me había olvidado por completo la noche anterior que con un grupo de chicos logramos salir a hurtadillas del castillo y irnos a divertir a Hogsmeade hasta altas horas de la madrugada, ademas no me imaginaba que Roseline lograra que nos prestaran el campo de quidditch en la mañana.

Ahora me arrepentía de haber sido tan confiado apenas llevaba un par de horas de sueño cuando comenze a escuchar un pequeño alboroto en la sala común, al comienzo no entendía porque tanto ajetreo tan temprano, hasta que escuche la palabra entrenamiento en el campo de quidditch tan solo al escuchar aquellas palabras me levante como un resorte de mi cama y provoco que comenzara a maldecir por lo poco que había dormido ademas de la buena suerte que tuvo Rose por haber ganado el campo de quidditch para que fuéramos el primer equipo entrenar.

Como pude me coloque rápidamente el uniforme del equipo de quidditch y salí casi como un rayo de la sala común para dirigirme hacia el campo de quidditch pero no si antes haberme comido un pequeño trozo de pie de limón en el gran comedor, tampoco quería entrenar con el estomago vació , si no lo mas probable es que hubiera durado solo 5 minutos y luego me hubiera desmayado tan solo por el hambre y eso no era bueno ni para el equipo ni mucho menos para mi ya que no pensaba pasar un día entero en la horrible enfermería por un simple accidente de un tejoncito hambriento.

Al llegar al campo de quidditch no puede evitar sonreír al ver que no era el ultimo en llegar a el entrenamiento pero aun así mire a mis compañeros algo apenado -Lamento el retraso chicos no volverá a ocurrir se los prometo- dije algo arrepentido y luego concentrando mi vista en el césped del campo

Roseline no prometió solicitar ayuda y Peter se dio cuenta de eso, pero aquel asunto se solucionaría luego. Pronto su queridísima Kylie se hizo presente y el joven la saludó con una amplia sonrisa, pero sin emitir sonido alguno. Supuso que las chicas ya comenzarían a hablar.

Peter se encontraba a gusto, alegre, todos quienes estarían allí hoy serían tejones, de su casa, ya los conocería y sabía que congeniaba con todos, al menos hasta el momento. Tenía cierto entusiasmo que pocas veces tenía. Esa sensación de estar en familia, eso que desconocía.

— Es que esto de levantarse temprano un sábado es un sacrificio. Pero bueno, yo digo que Hufflepuff lo vale. — Sonrió y se balanceó sobre su escoba, sin tocar el suelo, a modo de silla alta. A lo lejos podía ver a otra integrante de la casa que venía algo apresurada, una fina pelirroja, Cait. La saludó con un brazo en alto aún estando ella lejos, y luego de cerca — Buenos días. — Simple y modesto. Y ante la pregunta, sólo se encogió de hombros. ¿Y el resto? Vaya a saber.

El prefecto se mantuvo en silencio el tiempo donde llegaban sus compañeros. Tal vez por pereza, tal vez por sueño, simplemente no estaba muy verborrágico. O mejor dicho, Peter es de los que hablan mucho cuando son sólo dos personas que lo acompañan, cuando ya hay más prefiere mantenerse al margen.

— Buenas James. No te preocupes, tampoco es que seamos tantos todavía. — El joven aún se balanceaba sobre su escoba, en el aire y no muy lejos del suelo. Con gesto pensativo, esperando que en el horizonte se mostrara la silueta de algún compañero, hizo por sugerir. — ¿Y si comenzamos ya? Podríamos dar unas vueltas para entrar en calor y desoxidarnos, o al menos yo en el mundo muggle no puedo andar usando escoba, hace mucho que no juego. Pero es sólo una sugerencia. ¿Qué creen?