Fumando... castigado o no? (Jonathan)

Estaba algo preocupado por el tema del torneo, si bien Katniss no lo había hecho mal en la prueba no había salido vencedora. A nosotros no nos gusta perder pero a veces hay que aceptar la derrota, salimos segundos pero ni siquiera terminó la prueba lo cual era defraudante, nosotros confiamos en que ella sería una excelente campeona y que se desenvolvería con mucha soltura dentro de las pruebas y la primera no fue exitosa. Tendría que preparar de mejor manera a Katniss para lo que vendría en Hogwarts pero también habían otros temas que me preocupaban con respecto a las clases y asuntos personales, que pensé que no se presentarían tan pronto en lo que va del año escolar, pero tenía que resolverlos de alguno forma u otra.

Salir a caminar por los jardines de Beauxbatons no entendía por qué pero me hacía mucho bien, me daba la calma que tal vez pocas veces podía tener en situaciones como las que me encontraba; caminé un poco viendo como algunos alumnos se divertían y otros se encontraban solitarios, los mas pequeños correteaban por estos sin parar, toda esa energía que uno tiene cuando es joven con el tiempo se te va esfumando ya que las pones en otras cosas, otras responsabilidades que van mas con el tema de usar la cabeza que usar en si el cuerpo.

De pronto encuentro algo que llama mi atención y es que si bien era un profesor que venía del extranjero podía poner orden como si fuera un profesor mas de la academia y el ver alguien fumando no era algo muy agradable, además por el uniforme del joven no era de Durmstrang, menos de Beauxbatons, era de Hogwarts. Ese colegio jamás llamó mi atención, me parecía que era demasiado mixto para mi gusto y para lo que estaba acostumbrado a ver en Durmstrang y por lo que estaba viendo en la Academia de Beauxbatons.

-Señor, creo que no sabe que las reglas de cualquier colegio dicen que no se puede fumar, ya sea dentro o fuera del colegio- se paró Diederik detrás del joven castaño -y si no lo sabía, ahora lo sabe y para no tener problemas con los demás le recomiendo que lo apague ahora mismo- esto lo dijo totalmente calmado y sereno, pero serio. A Diederik no le gustaba levantar la voz pero con la mirada podía decir todo y demostrar cualquier cosa que fuera con la ocasión.

Seguíamos allí, en aquel detestable castillo, en un escondido lugar en Francia, a miles de kilómetros de distancia de mi casa, o del castillo de Hogwarts, mismamente. Y todo, ¿Por que? Por esa estupidez de torneo que se lleva tantos años organizando y que no es más que un concursillo para gente con necesidad de llamar la atención. No me extraña para nada que la campeona de mi colegio fuese una Slytherin, como detestaba a aquella gente.

Salí aquella tarde de la sala común con la idea clara de ir a comer, así que mi destino estaba fijado en el comedor del castillo, bastante lejos de la sala común donde nos habíamos alojado al llegar. Recorrí, por tanto, una innumerable cantidad de pasillos, todos ellos rellenos de cuadros de gente famosa, pero de la cual no había escuchado en mi vida hablar. Aquello cuadros me seguían con la mirada, como supongo que a todo el mundo. Odiaba que pudieran moverse, y supongo que a ellos no les hacía demasiada gracia vivir en un cuadro para el resto de la eternidad, pero, por lo que tenía entendido, podían moverse de cuadro en cuadro, como si de su propio mundo se tratase.

Cuando al fin llegué a aquel comedor y abrí aquellas enormes puertas, pude comprobar que, como de costumbre desde que había llegado, la estancia estaba completamente llena, así como las mesas que había en ella. Ni un hueco libre pude divisar desde la puerta, ni uno solo. Las ganas de comer eran enormes, pero no podría en ese momento, aunque quizás después se levantaría alguien y quedaría el hueco libre.

Llevaba 15 minutos cuando me dí por vencido, no se levantaba nadie de su asiento, y yo estaba sentado en el suelo, pegado contra la pared que delimitaba la puerta de entrada. Nadie acababa de comer, y los que acababan decidían no levantarse. O eso o que habían echo todos un complot por que yo hoy no comiera. Pues un gesto de mala cara a una chica de Beuxbattons que me estaba observando y me levanté del suelo para abandonar la estancia.
Con la misma mala cara con la que me había levantado, recorrí los escasos veinte o treinta metros que me separaban de la puerta de salida a los exteriores de aquel castillo. Decididamente, aquella no era mi mañana; llegué a la conclusión cuando vi que estaba lloviendo. Me puse la chaqueta que llevaba en la mano, negra, como todas, y salí con paso bastante lento a los jardines. No había absolutamente nadie, y no era de extrañar, pues con el torrente de agua que estaba cayendo, todos preferirían estar en el castillo antes que en los exteriores.

Me paré en seco en un momento, bajó una repisa que me protegía de la lluvia, y me encendí un pitillo. Aquella mañana tenía que dejar de agobiarme, por lo que necesitaba fumar. Me introduje el pitillo en la boca, y justo cuando le di la primera calada, escuché una voz masculina detrás mía, no la había escuchado nunca.-¿Y quien eres tu para decirme lo que debo hacer y lo que no?- Pregunté, sin molestarme en darme la vuelta para ver quien era, y cuando lo hice, sin pensarlo, expulsé el humo a la cara del hombre, de alta estatura, aunque ligeramente más bajo que yo. Un profesor de Durmstrang... bueno, al menos no era ni de mi colegio ni del colegio anfitrión, pero aquella gente tenía tendencia a la prepotencia y a querer ser siempre los que ordenan.

Con expresión fría por lo que el chico había hecho me saqué el humo de la cara y levanté una ceja, tranquilamente podría haberlo tomado del brazo y llevado con los directores de las tres escuelas o podría haber utilizado algún hechizo para enseñarle a ser mas respetuoso con sus mayores, pero tenía que relajarme ya que cuando otra parte de mi ser salía a la luz no era bueno para nadie que estuviera cerca mío, trataba de estar siempre calmado y no dejar que esa parte domine por completo mi persona, ocultarlo es fácil pero se complica cuando te provocan de la manera en que el jovencito lo estaba haciendo.

Levanté mi otra mano y tomé el cigarro de la boca del joven para luego apagarlo en el árbol que estaba cerca de nosotros, luego lo tiré al suelo y lo terminé de destruir aplastándolo con mi pie para mirar al joven -El respeto esta por encima de todas las cosas joven, y no tenemos la suficiente confianza como para que me venga a tratar de usted, si quiere llevarse bien conmigo o por lo menos intentarlo, le sugiero que se apegue a las reglas de educación por mas que no se las hayan inculcado sus padres o profesores- dije mientras miraba para ambos lados y podía notar como de a poco todos se iban corriendo del lugar, a veces creía que la gente me temía por mi estatura y mi mirada siempre seria.

Los minutos pasaban y parecía como si le estuviera hablando a la pared, tal vez en otra ocasión yo podría haber compartido un cigarro con el joven pero ahora no... me parecía extraño que alguien de Hogwarts fuera como él, pensé que los rebeldes e irrespetuosos solo se encontraban en Durmstrang pero veo que los otros dos colegios de magia también tenían sus ovejas negras y este parecía ser uno de esos -Seguro eres de Slytherin, esa forma de comportarse es digna de alguien que viene de esa casa o por lo menos eso es lo que tengo entendido de las cuatro casas y del comportamiento de los jóvenes que acuden a cada casa- dije mientras me cruzaba de brazos y observaba al joven de soslayo, aun mirando a mis costados, mi frente y mi espalda para ver cuantos seguían alrededor nuestro.

La gente de nuestro alrededor , la poca que había por culpa de la lluvia, se marchaba corriendo al ver la situación por...¿Miedo? ¿Se podría decir que aquel hombre daba miedo? Pues la verdad es que imponía respeto, ningún profesor de Hogwarts era así, más bien allí no te hablaban, te castigaban directamente sin mediar ni media palabra. El hombre cogió mi pitillo, arrebatándomelo de la boca mientras le daba una segunda calada, la cual no me dió tiempo a terminar. Mientras veía como el hombre apagaba el pitillo contra un arbol y luego lo tiraba al suelo para destruirlo con el pie, eché el humo que había conseguido introducir en mi boca hacia un lado, pues no me apetecía llegar a las manos con aquel hombre, pues pese a que si, yo estaba muy musculoso y seguramente era la persona más alta que andaba por el castillo, pero aquél hombre de un puñetazo me podía dejar en el suelo, pues sabe más el diablo por viejo que por diablo, solía decir mi madre.

Lo escuché con atención, sin dejar que ningún sentimiento se pudiera notar en mi rostro. No sabía como se portaban los alumnos de Durmstrang en su propia escuela, pero por lo que había visto estos días, se portaban como o yo, incluso algunos peor, por lo que me extrañaba bastante que el hombre se hubiese tomado así la situación. Me encogí de hombros.-De acuerdo, profesor, digame, ¿Estoy castigado?- Pregunté, tratándole de usted como él me había "ordenado", aunque con cierto tono de burla en la voz y una pequeña sonrisilla sátira.-Antes rajarme las venas que ser un Slytherin, esos son unos engreidos, inaguantables a mi modo de ver.- Le dije, encogiendome de hombros. Seguía tratandole de usted, pues me parecía más correcto, aparcando a un lado por un ligero momento mi chulería característica.-Soy de Gryffindor. Creo que la diferencia que usted no ve es que los Slytherins se creen superiores en todo momento. Yo, en cambio, sé que no acato las normas, pero también sé que usted es superior a mi.