When I trust, she failure || Privado

No recordaba haberse encontrado tan molesto en mucho tiempo, sentía que la sangre le hervía y lo peor era que no podía hacer nada para cambiarlo. Paso una mano por su cabello, desordenándolo un poco mientras caminaba por Callejón Diagon intentando pensar en otra cosa que no fuera lo que había visto pero simplemente no podía evitarlo. Le había dicho a su padre que iría a la tienda de Quidditch para comprar un nuevo bate para el año que comenzaba porque el suyo ya se encontraba lo suficientemente viejo como para ser reemplazado por más cariño que le tuviera y una vez que este le dio el dinero suficiente para comprar uno nuevo se dirigió a aquel lugar. No sabía dónde estaban sus hermanos y por eso no le había pedido a ninguno que lo acompañara y en esos momentos agradecía que hubiese sido así porque no encontraría la manera de explicarles a ellos su estado de ánimo. Tenía ganas de golpear algo hasta que las manos le sangraran o todo eso que sentía dentro se fuera pero tenía la seguridad que no se iría. Era la primera vez en mucho tiempo que James no portaba esa sonrisa picara y divertida en sus labios y solo era por Rose. Era algo por demás superior a él, no podía controlarlo y le molestaba porque pensaba que con el paso del tiempo se iría y no había hecho más que crecer pero al parecer eso solo le había pasado a él y no era mutuo.

Verla en el Callejón con el idiota de Malfoy lo descontrolo totalmente y si no fue a romperle la cara había sido porque no quería hacer pasar por un mal momento a su prima una vez más, sabía que su tío Ron estaría más que feliz que lo hiciera, al fin y al cabo este no apreciaba para nada a los Malfoy y mucho menos le gustaría el hecho que su princesa estuviera hablando o haciendo lo que fuere con uno de ellos. No supo cómo se controlo aunque fuera por ella pero lo agradecía a pesar que la irá no lo dejara pensar claramente en esos momentos. Luego de dar algunas vueltas para poder despejarse había terminado en la tienda de Quidditch y al ingresar se puso a ver los artículos con el gesto serio, sin saludar siquiera al dependiente porque no estaba seguro de ser capaz de entablar una conversación amable en esos momentos ni por asomo. – Maldición. – Gruño con el ceño fruncido, mientras miraba el bate nuevo que había salido ese año, le alcanzaba el dinero para comprarlo y ese no era el problema. El problema era que su mente no parecía querer dejarlo en paz y solo tenía ganas de salir a buscarlos a los dos para golpear a Scorpius hasta el cansancio y que Rose de una maldita vez entendiera que no podía estar con nadie que no fuera él. Simplemente no podía hacerlo aunque dudaba que su prima fuera hacerle caso ya que no sentía lo mismo que él. 

El Quidditch siempre había sido su forma de descanso personal, cuando tenía la oportunidad de jugar el mismo o concentrarse en algo que tuviera que ver se distaría completamente de cualquier cosa que estuviera pensando. Jamás nada le duraba más que un entrenamiento de Quidditch o un partido, simplemente era su mejor escapatoria a la más cruda realidad que pudiera tener. Pensar en Rose con Scorpius hacía que su sangre hirviera y su parte más irracional saliera a la luz, todo el mundo sabía que James no era el más inteligente de los hermanos Potter, de hecho siempre hacía todo antes de poder detenerse a pensar pero no era de los que se iban arrepintiendo de ello sino que, al contrario, simplemente lo divertía. Le frustraba saber que, por primera vez en mucho tiempo había pensado, y que había sido justamente para no terminar matando a golpes a Scorpius por más que el mismo se lo mereciera. Lo había hecho por ella, tal vez eso era lo que más le dolía, había sido considerado con ella cuando la misma Rose parecía no tener ningún tipo de consideración para con él y aquellos sentimientos que no eran un misterio para ella.

Se sobresalto a sentir su tacto y escuchar su voz, tensando la mandíbula sin poder evitarlo, su tacto lo quemaba terriblemente pero no por los sentimientos tan intensos como siempre o por lo menos no con los buenos. – No me toques. – Gruño con molestia, con el ceño fruncido mientras le dedicaba una corta mirada de reojo, no era capaz de mirarla a los ojos sin sentirse terriblemente enfermo. Se sentía enfermo de celos y no podía cambiarlo, aquello lo superaba con creces y la frustración lo invadía completamente al verse incapacitado de controlar sus sentimientos como tanto le gustaba hacerlo en esos temas. – Ve a tocar y a preguntarle al estúpido de Scorpius si se encuentra bien, Roseburd. – Siseo mirándola de mala manera antes de salir de la tienda de Quidditch, le importaba muy poco no haber comprado lo que había ido a comprar y mucho menos haberla dejado sola porque, en esos momentos, lo que necesitaba era estar lejos de ella si no quería cometer ninguna locura. En esos momentos no podía siquiera esforzarse en verla como a su prima como lo hacía en ocasiones, en esos momentos solo veía a la chica que lo tenía completamente loco desde hacía bastante tiempo y quien no correspondía sus sentimientos aparentemente. 

Era claro que Rose no entendía absolutamente y eso lejos de dolerle, o por lo menos no completamente, lo enfurecía. Estaba seguro que era lo suficiente claro con ella como para que entendiera que era lo que sentía, James no era para nada bueno con sus sentimientos, de hecho la mayor parte de las ocasiones los expresaba de la manera equivocada y las personas terminaban enojadas con él pero simplemente no sabía cómo expresarse. Por eso mismo prefería demostrárselo y creía que lo hacía con los coqueteos siempre que tenía oportunidad, la forma en la que la celaba e inclusive el trato especial que tenía para con ella. No creía que su prima necesitara más que eso para poder darse cuenta de sus sentimientos siendo que desde que eran niños siempre habían sido tan unidos. No recordaba un momento de su vida donde Rose no hubiera estado a su lado, por lo menos no siendo los más importantes. Ella siempre había estado ahí y quería que siguiera estándolo pero no como su prima solamente y eso también hacía que su mente se llenara de oscuros pensamientos. No estaba seguro que sus padres aceptaran aquello, de hecho de lo único que estaba seguro era que su tío Ron lo mataría por más que fuese lo último que hiciera pero realmente todo le daba igual cuando se trataba de ella, ella era lo único que le importaba por más egoísta que fuera aquello inclusive para él.

La quedo mirando a los ojos cuando quedaron en aquella esquina, furioso pero intentando controlare un poco pero sus palabras no hacían más que enojarlo aun más. Sentía que el pecho se le oprimía y no tenía idea si era por la frustración que sentía o por alguna otra cosa pero lo más seguro era que se tratara de la primera opción. – No soy un maldito niñito malcriado, se supone que me conoces más que eso querida prima. – Respondió mordazmente, con el ceño más fruncido que antes y acercándose más a ella, tenerla tan cerca y la vez tan lejos días como ese le resultaba terriblemente doloroso. – Yo no he hecho nada, me he estado portando tan estúpidamente bien contigo para que luego tú andes saliendo con el idiota de Malfoy que lo único que quiere es meterse bajo tu falda. – Se paso una mano por el cabello molesto, intentando de esa manera apaciguar un poco su ira pero nada parecía poder calmarlo. – No me vengas conque no has hecho nada para ponerme así cuando sabes muy bien toda la mierda que siento y no haces más que ignorarla monumentalmente. Por lo menos si te da igual no te hagas la idiota y dime las cosas claras de una maldita vez ¡Estoy cansado de las señales confusas! – No era la manera de decirlo, hasta él mismo lo sabía pero en esos momentos no se le ocurría otra manera de encarar el tema y tampoco tenía ganas de hacerlo. 

¿Valía la pena ganarse el odio de su familia y que su tío Ron lo asesinara por estar enamorado de Rose? Definitivamente si. Para James no había persona que le hubiera tocado tanto el corazón como ella y no exactamente como su prima. No tenía la menor idea de cuando había pasado eso, solo que comenzaron los celos enfermizos para con ella, terminando una vez, cuando se encontraba en quinto, besándola luego de una pelea que habían tenido porque un idiota había estado demasiado cerca de ella cuando nadie debería acercarse más de lo permitido a su Rose. Ese día había entendido la magnitud de aquello que comenzaba a sentir pero también había sentido un profundo temor, temor que con el paso del tiempo no hizo más que hacer que sus sentimientos crecieran además de que su prima no parecía tener la más mínima intención de afrontar la situación con él. No decantaba la posibilidad de que Rose no sintiera nada, al fin y al cabo eran primos y entendería si lo consideraba un enfermo por sentir aquello pero eso no quitaba que lo que sentía creciera cada vez más volviéndose casi insostenible para el joven Potter. – Yo no me paso con nadie y en todo caso si lo hago es porque tú lo quieres así, porque eres tú la que no se decide. – La miro de mala manera. – Lo que haga Scorpius me importa porque te involucra a ti, la próxima que lo vea intentando algo contigo voy a matarlo a golpes y sabes que no estoy bromeando. – No sería la primera vez que se agarraba a golpes por su prima y por un chico que le coqueteaba, solo que antes podía disimular un poco más sus razones. – Estoy jodidamente celoso porque no quiero que ningún idiota se te acerque ¿Feliz? – Pregunto con cierto sarcasmo en sus palabras.

Se quedo escuchando sus palabras, intentaba permanecer calmo pero era lo que más le costaba en esos momentos, no podía quedarse calmado cuando la persona que quería no lo quería en lo absoluto. No cuando ella era todo lo que podía llegar a desear  por una cuestión sanguínea no podía tenerla a su lado. – Quieres estar conmigo pero no eres lo suficientemente valiente como para acceder a ello. Vamos, demuestra porque eres una Gryffindor. – Le dijo como si quiera alentarla a que tomara cartas en el asunto aunque no estaba nada seguro si eso serviría o no, de hecho pensaba que haría todo lo contrario pero estaba completamente desesperado como para poder pensar en hacer algo más que intentar convencerla de la manera que fuera. Se acerco más a ella y tomo su mano, acariciándola un poco mientras buscaba sus ojos continuamente, hipnotizado por su mirada y por toda ella en general. – Rose, tú sabes que no estaría diciéndote esto si mis sentimientos no fueran sinceros, no arriesgaría toda mi maldita vida si no fuera que lo que siento por ti es real. – Trago saliva en seco, su pecho se apretaba cada vez más pero no podía permitirse mostrarse débil delante de ella, eso estaría terriblemente mal. – Por favor, sé que tú quieres lo mismo que yo, solo dame una maldita señal para que sepa que tengo una esperanza contigo. Por favor. – Susurro terminándose de acercar a ella, mirándola a los ojos y pegando su frente a la de la pelirroja.