Uish que torpe! # Sharon

Balthasar también había asistido a la salida de Hogsmeade, y se había dedicado simplemente a pasear y disfrutar del ambiente donde se encontraba yendo para por parada. Comprándose un par de libros que terminaría de leer más o menos en un año con el ritmo que iba. También aprovecho para comprarse un par algunos trastos nuevos que ponerse. En fin, aprovecho muy bien la salida a pesar de que no compartió mucho con los alumnos. Era el medimago nuevo y apenas conocía a unos cuantos, por coincidencia y otros a los que ni siquiera había visto. Busco con disimulo algún rostro conocido pero no lo encontró.

Con un suspiro se dio por vencido. Y vagó por las calles un tanto aburrido hasta que le rugió el estomago y analizo los posibles lugares donde pediría algo para almorzar.  Termino inclinándose por las Tres escobas, una que otra vez había terminado alojado allí para disfrutar de un buen rollo, pero esté día solo sería el medimago adulto y maduro que todos pensaban que era. Camino totalmente distraído con un chico que recién se había caído al suelo, era un joven de  tercer año posiblemente.

Y entonces puf.

“Uish pero que torpe”se vio tentado a decir con aquel tono suyo lleno de arrogancia y la molestia que llevaba por dentro. Y lo hizó, en voz baja y sin que nadie le escuchase. Sin embargo, reconoció aquella melena larga, lisa y castaña con quien se había tropezado. Era Sharon, una de las estudiantes que asistió a su clase suplente en estudios Muggles

.- Lo siento.  Srta Wasilewski. Había estado distraído. – se confesó mirando de reojo al chico que apenas se ponía en pie con la ayuda de una compañera de su casa, una chica castaña de cabellos enrollados y pecosa. – Justo iba por el almuerzo. ¿Ya comiste? – inquirió curioso señalando el lugar que tenía en frente con el dedo índice.  – Si gustas me haces compañía. – fue una invitación abierta a pesar de sus pocas expresiones faciales, las cuales iban direccionadas a la puerta del local. Moría de hambre.

Al  escucharla, inmediatamente el joven medimago se aventuro a abrir las puertas del lugar. Lo primero que hizo fue echar un vistaso en busca de una buena mesa. Su mesa. Solia sentarse en una de las tantas, específicamente la que quedaba más cerca y arrinconada a la ventana. Se sentaba allí a no hacer más nada que ver la lluvia caer y comer pastel de calabazas. Era su época de estudiante. Podía ver a su yo de hace años, sentado en aquella mesa, con la mirada gacha enfocado en la lluvia, como si eso le borraría sus problemas. 

– Bueno. ¿Qué tal va tu día? Quiero decir, debes estar pasándola genial. Es la primera salida desde que llegaron a Hogwarts – comento mientras caminaba a la mesa y buscaba al mesonero que siempre le atendía sus caprichos. – Jesse! – le llamo alzando la mano para captar su atención a lo que el hombre regordete se acerco a pedir la orden. –Por favor a mi me traes lo mismo de siempre. Y a ella lo que pida.  – le guiño el ojo al hombre, el cual espero por la orden de la joven Gryffindor y se esfumo con rapidez hasta la cocina para dar la orden a los cocineros.


Era difícil olviar aquel lugar que servia de posada en momentos turbios de su vida. - ¿Qué te pareció la excursión de la semana pasada en estudios Muggles? La verdad  es que… - se inclino sobre la mesa para acercarse a ella y que nadie le pudiese escuchar –Es la primera clase que imparto de estudios muggles – susurró cerca del oído de la chica y se incorporo a su puesto dejando su brazo reposar sobre el espaldar del asiento. Sus dientes blancos y rectos eran visibles debido a la sonrisa expuesta que ahora mostraba.