Esperando un cambio //Bernadette Felton\\

8 de Octubre
Sala de profesores
Reunión general

Los sucesos ocurridos en Hogwarts estaban siendo demasiado extraños y se necesitaba tener un poco mas de protección dentro del castillo, por lo que nuestra querida directora Minerva dio aviso de esto al ministerio, quienes se tendrían que encargar de solventar las falencias que estaban ocurriendo dentro del colegio, algo se debía de hacer para frenar los ataques, contra chicos que no lo merecían, a menos a mi forma de ver, no la merecían. No sabíamos a quien enviarían, solo se nos avisó con una lechuza, mandada por la mismísima ministra, de que una joven auror se presentaría dentro de pocos días en el colegio, para tratar de poner un poco de orden y revisar ciertos lugares, en donde habían ocurridos los desagradables eventos, solo esperábamos que esa persona que llegara a Hogwarts estuviera bien preparada para la tarea que le había sido encomendada.

Todos nos preguntábamos qué sería de Hogwarts de ahora en mas, sobre todo si el ministerio comenzaba a introducir gente de su entorno, lo cual no estaba mal pero eso en el pasado, no trajo buenos resultados, a contrario se generaban ambientes hostiles y no propicios para la libertad de los alumnos. Se delegó a una persona para esperar a la dichosa Auror que nos vendría a visitar, y esa persona sería yo. Los cuatro jefes de casa sacando conclusiones y por el tema de las clases, decidimos que fuera yo la persona que se encargue de mostrarle el castillo a la joven. No estaba mal decir que si pero me hubiera gustado tener un par de días mas para descansar luego de la clase de Herbología.

9 de Octubre
10:00 hs
Hall de Entrada del Castillo

Me vestí esa mañana de la manera mas prolija que podía, me puse un blazer arriba de una camisa color blanco, unos pantalones de vestir y zapatos negros y elegantes, debía de vestir bien para recibir a la nueva habitante del castillo, no podíamos dar una mala impresión ante los extraños que llegaban al colegio, muy al contrario debíamos de mostrar lo educados y bien formados que éramos. Luego de desayunar en el gran comedor, en la mesa con mis colegas de estudios, me dirigía a la puerta, saludé al celador que se encontraba en ese momento y luego esperé, en un par de minutos mas llegaría la joven auror.

Me preguntaba como seria, tendría un carácter ameno o sería de esas personas con las cuales es tan solo un "hola, buenos días" y ya, esa era toda la plática. Para ser auror se debe de tener cierta seriedad, pero también se debe ser accesible para tratar con los demás; en la charla con los demás profesores y según la propia Minerva, la señorita que llegaría en prácticamente nada, era una ex Hufflepuff, supongo que eso pesó a la hora de decidir quien de los cuatro jefes de casa tendría que esperarla, tal vez la conocía, tal vez no, era posible que ella me reconociera y no yo a ella.

Solo en un par de segundos llegaría, ya que según el celador estaban bajando su equipaje cuando yo me acerqué hasta la puerta de entrada. A lo lejos se veía la silueta de una joven que se acercaba a paso firme, seguro era ella. Tomé un poco de aire, arreglé mi camisa y esperé, con las manos hacia los costados.

A Bernadette le había sido notificado, una semana atras, que debería irse a vivir, nada más y nada menos, que en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Le fue explicado que, debido a los ataques constantes que estaban recibiendo los alumnos en el colegio, el ministerio por petición de la directora, habían decidido que necesitaban una protección.

Para la rubia era todo un privilegio haber sido escogida para tan grande tarea, puesto que no es sencillo tener que cuidar todo un castillo lleno de jovenes magos en proceso de instrucción, por lo que Bernadette pasó varios días bastante emocionada, escogiendo todo lo que debía llevar, leyendo libros de defensa magica especial, y toda una cantidad de preparación que realmente no era demasiado necesaria.

Pero en medio de la emoción, también recordaba su rebelde estancia en el colegio, sus constantes peleas con alumnos y profesores, y las veces que casi había sido expulsada. Siempre que se le venía algo de eso a la mente, ella sonreía y se preguntaba si aún habrían en Hogwarts profesores de los que le daban clase a ella unos años atras. También se preguntaba como reaccionarían ellos al verla allí como designada del ministerio para protegerlos.

Esa mañana no era una excepción, y Bernadette se hallaba pensando en todas estas cosas mientras se preparaba para irse. Vistió un pantalón negro ligeramente ajustado a su cuerpo, unas botas de tacón alto, también negras y una blusa de color rojo, holgada, con un detalle negro y dorado en el hombro. Maquilló sus ojos y labios, peinó su cabello, se colocó unas gafas de sol y finalmente tomó su bolso, hizo volar su equipaje escaleras abajo y salió ella, entrando en el pequeño pero espacioso automovil que el Ministerio había dispuesto para ella.

Al cabo de unas pocas horas de camino, arribaron en los terrenos del colegio. Conforme el auto atravesaba las enormes puertas de metal, flanqueadas por cerdos, y se acercaba más al maravilloso castillo, la felicidad de Bernadette se hacía mayor, y también la aprehensión. ¿Sería bienvenida? Si no lo era, bastaba con pedir cambio a su jefe, ¿No? Pero de seguro lo sería. Se bajó del automovil y puso sus lentes en su cabello, observando el lugar que había sido su hogar.

Se movió con paso firme hacia la entrada del castillo, en donde a lo lejos divisó al viejo celador de siempre, y a su lado un joven de muy buen parecer, elegantemente vestido, que seguramente sería la persona designada para recibirla.

Se acercó a ambos hombres y les dirigió una sonrisa cordial -Buenas tardes señores- Miró el rostro del celador, cuyos ojos revelaban que la habían reconocido y probablemente recordado sus altanerías y ella solo le sonrió aún más dulcemente y el celador solo respondió al saludo y se retiró, casi corriendo y probablemente refunfuñando. Luego, ella miró en dirección al otro hombre -Mi nombre es Bernadette Felton, soy la Auror asignada por el ministerio al Castillo- ella extendió una mano hacia él, esperando que el hombre la estrechara.

La señorita Bernadette Felton estaba vestida de una manera muy elegante, tenía puesto una blusa de color rojo con un detalle en el pecho, unos pantalones ajustados al cuerpo y unas botas sobre este, el maquillaje y el peinado era sutiles pero acordes a lo que iba a acontecer, llevaba puestas una gafas de sol y su porte como siempre, de una joven seria y decidida. Se veía una sonrisa jovial, no la recordaba con facilidad, pero esos ojos le llamaban la atención a Joseph, era seguro que ya los había visto pero no estaba nada claro.

Al Bernadette estirar la mano para saludarle, hizo lo mismo Joseph, fuerte y seguro pero no lo demasiado como para lastimar la frágil y delicada mano de la joven que tenía frente -Es un placer recibirla señorita Bernadette, mi nombre es Joseph Lambert, soy el profesor de Herbología del colegio y también el jefe de Hufflepuff- dijo mientras terminaba de saludarla con la mano y ponía una mano en uno de los bolsillos del pantalón.

-Es un placer tenerla en nuestros terrenos y por favor, le pido que avance, le mostraré el lugar donde se hospedará, además de un recorrido por el castillo para que lo pueda inspeccionar, ya que se me informado que usted tiene que dar una recorrida para rememorar los diferentes sectores del castillo y como trabajará sobre estos- dijo Joseph con una sonrisa amable y placentera a la joven.

Se corrió de lado e hizo un ademán con la mano para que Bernadette pudiera pasar, iría a su lado pero como todo caballero tenía que dejar que la mujer pasara primero. La joven era un tanto mas pequeña a su lado y eso le pareció algo encantador, una joven pequeña pero segura siendo Auror, no era de lo mas tradicional pero el hecho de que seas pequeño en estatura no quería decir que tengas que cohibirte y demostrar que puedes dar mucho mas de lo que tu presencia mostraba a los demás.

Las maneras del hombre al que Bernadette tenía al frente eran formales, muy educadas y, ella decició, ligeramente rigidas. Supuso que sería porque tenía una misión que cumplir en ese preciso instante y por eso, descartó la idea de considerarlo un hombre aburrido por lo pronto. Ya se haría una idea de ello con él pasar de los días.

Al recibir el firme apretón de manos, bastante educado y apropiado, ella solo sonrió y escuchó lo que él tenía por decir. Escuchar el nombre de él, la hizo pensar en sus años de colegio allí mismo, en Hogwarts, pero le restó importancia y se concentró en las instrucciones que recibía. Asintió cuando él le dijo que le daría un recorrido -Muchisimas gracias, Joseph...¿Puedo llamarte así, cierto? Tu en cambio puedes llamarme Bernadette si gustas.- le dijo ella, avanzando cuando él se hizo a un lado para permitirle el paso. Ella tenía la tendencia a tomarse las cosas relajadas y a ser un poco confianzuda.

-Recuerdo bastante bien este castillo, sus lugares, escondrijos y demás, pero me gustaría recorrerlo nuevamente para reforzar aún más el plan de acción que desarrollé para el tiempo que pasaré aca...- Él caminaba junto a ella, alto y guapo, y ellos solo lograban hablar de trabajo. Pero, despues de todo, eso era lo que concernía en estos momentos, el trabajo.

Ella caminaba con paso seguro por los pasillos tan recorridos por sus pies y miraba cada rincón, cada escondrijo que podía ser usado por niños y adultos para entrar y salir sin ser vistos. Había planeado despejar o proteger lo más posible aquellos lugares mientras la situación fuera de peligro. Pero su mente curiosa no la dejaba pensar en aquello al 100%, así que se dispuso a iniciar una conversación menos formal y tratar de conocer al hombre a su lado -Y dime Joseph, ¿hace cuanto trabajas como profesor del colegio?-.