Casting De Fred II

Era por la tarde y tenía miles de cosas por hacer, deberes y más debéres, pero de todas formas no los iba a hacer, no se me daban bien, siempre tenía que andar pidiendo ayudas de última hora para acabar algunos. No sabía para que tantos deberes, de todas formas tenía un puesto asegurado en Sortilegios Weasley, ya había intentado desarrollar algún artículo nuevo pero no lo había conseguido, hacía ya un par de días mi padre me había enviado un libro mordedor para que me divirtiese. Mi padre me enviaba muchos artículos de la tienda, para que los probase sobre todo, aunque también por que sabía que me gustaba mucho tomarle el pelo a la gente. Me dirigí a la biblioteca intentando que nadie se fijase en mi. Entré en la biblioteca mirando a los que estaban allí, apenas había dos o tres personas, casi todos alumnos de Ravenclaw, siempre estudiosos. Me dirigí sonriente hacia una de las mesas y me senté. Había intentado que no me mirasen, pero no había sido posible, después de todo nunca me pasaba por allí. Abrí el libro y vi como las letras se empequeñecían, pero hice caso omiso a esto, pues ya sabía como funcionaba este artículo de broma. Hice como si me encontrase muy cansado, pero todo era parte de mi estrategia. Me levanté dejando el libro cerrado encima de la mesa, me dirigí de nuevo hacia la salida, intentando aguantarme la risa. Un chico, que había estado sentado junto a mi me gritó, diciendo que había dejado olvidado mi libro. Yo sin girarme le dije:-Tranquilo, te lo dejo, ya me lo devolverás.- haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia. Cuando salí del recinto me paré junto a la puerta, manteniéndola entre abierta para poder ver el interior. Vi como el chico abría mi libro y se ponía a leerlo, la gente era muy predecible, seguramente había decidido leerlo rápido para devolvérmelo cuanto antes. Vi que el chico se iba acercando cada vez más al libro, sin duda por que cada vez le costaba más leer las diminutas letras. Yo estaba ya casi tirado por el suelo de la risa cuando escuché el golpe, el libro se había cerrado y el chico se agarraba la nariz, que sin duda estaba terriblemente dolorida.- Gracias papá- susurré, antes de salir corriendo, cuando escuché al muchacho gritar mi apellido, pues seguramente no sabía si la broma la había gastado yo o mi hermano gemelo y escuché pasos, que se dirigían presurosos hacia mi posición.